Así fue. No hay nada de
invento en esto. En 1955 la Fuerza Aérea Argentina, a través de su organismo de
difusión, la Revista Nacional de Aeronáutica (hoy Aeroespacio) en forma
habitual hablaba de OVNI sin tener ningún prurito de ello, incluso
mencionándolo con el mote inicial de “Platos Voladores”, hasta el punto de ser
este uno de los temas resaltado para captar
suscriptores como bien se puede apreciar en este suelto de propaganda de la época:
En el número de julio
de 1955 aparece una memorable editorial en que magistralmente y sin vueltas
esbozan su postura frente al tema. (Adjunto fotografía de la misma y
transcripción para facilitar su lectura)
Colección Alberto Brunetti |
REVISTA NACIONAL DE AERONAUTICA
Editorial del mes de julio de 1955
Nosotros y los
Platos Voladores
No piense el lector que estamos contra la
urbanidad al anteponernos a los discutidos Platos Voladores. Lo hacemos, porque
damos preferencia a lo subjetivo. Nosotros, constituimos una entidad visible y
palpable que a nadie se le ocurriría situar en el reino de la fantasía. A los Platos
Voladores, sí.
Hecha tan necesaria aclaración, vamos a poner
nuestra carta en juego, gratamente obligados por el volumen de artículos, notas
y comunicaciones llegados a esta Revista, y publicados en su momento oportuno.
Confesamos que hemos sido alentados por numerosos
lectores jóvenes, y no tan jóvenes, que sintieron la atracción del tema. La
mayoría, manifiesta entusiasmo en forma de credulidad: los menos, en
detracción. Satisfechos los primeros, nos dirigimos a los detractores –quienes
opinan que la mejor forma de eludir un tema es soslayarlo- para enunciarles que
nuestro propósito es insistir en él, dándole cabida preferente. Entendemos que
así facilitamos la oportunidad de probar quién tiene razón.
Ante todo –y para imponer un poco de orden en
el barullo creado en torno a la polémica- conviene tener presente que no debe
mezclarse la posibilidad de que existan Platos Voladores con la realidad de su
aparición. La posibilidad nadie la niega. Ni en el orden físico ni en el
teológico pueden encontrarse argumentos que conspiren contra la existencia de
los Platos Voladores. En el orden físico, ya hemos dejado de asombrarnos ante
las manifestaciones –hasta ayer insospechadas- del ingenio humano. Todos
sabemos que estamos rodeados del misterio. Nuestro planeta es una mota de polvo
en el espacio poblado por millones de astros. Vano sería negarles la capacidad
de albergar seres vivientes, aun cuando sus formas de vida fueran totalmente
distintas de las nuestras. La posibilidad de vida cobra visos de realidad a
medida que el espacio se va ensanchando, y el hombre descorre, entre asombrado
y temeroso, el velo de la
Creación.
Más vano sería opinar que nuestro planeta es el
único receptáculo de seres espirituales, lo que significaría restar a Dios la
capacidad de poblar infinitos mundos con seres inteligentes que le rindieran
homenaje de adoración y gratitud con más entusiasmo que el demostrado por los
habitantes de nuestro mundo incrédulo.
Situándonos en otro plano mental, vale decir,
dando por descontado que los posibles seres inteligentes podrían poseer un
nivel de conocimientos infinitamente superior al nuestro, no es difícil de
aceptar, también, que tales seres emprendieran un pic-nic interespacial, y se
aproximaran a nuestro planeta para husmear sobre nuestras costumbres y modos de
vida que, de ser cierto el paseo, les habrá descorazonado profundamente.
Pero, abandonemos el campo de la hipótesis, y
arrimémonos al calor de la batalla.
¿Existen los Platos Voladores? ¿Son terrestres
o pertenecen a otro planeta?
Tirios y troyanos han esgrimido muchos
argumentos, algunos avalados por verdaderos alardes técnicos, y con un acopio
científico que va de la mecánica a la biología. Los Platos Voladores han
servido ya para aflorar la pasión, disciplinarla mentalmente, y despertar
inquietudes relacionadas con la navegación aérea, lo que para nosotros ya es
mucho.
¿Serían los Platos Voladores producto del ingenio
humano? Si así fuera, ¿por qué no han sido puestos en la balanza de la
situación actual donde tanto pesaría tan valioso factor? Si proceden de otros
planetas ¿de dónde vienen y quienes los tripulan?
A juzgar por las declaraciones de algunos
científicos que habrían tenido el privilegio de dialogar con tripulantes de los
Platos Voladores, provendrían de un planeta afín al nuestro. Llegan alarmados
por las explosiones atómicas, y manifiestan su disconformidad ante la extraña
conducta del hombre.
La explicación –que ha sido divulgada con
singular entusiasmo- nos parece infantil. Si los tripulantes de los Platos
voladores se han asomado en procura de datos, automáticamente han debido
alejarse a la velocidad de la luz de una generación que ha inventado, entre
otras cosas, las colas, la guerra fría y los lavados mentales…
Séanos permitido dudar de los testimonios
gráficos que presentan a tripulantes interplanetarios totalmente importados. No
existe la evidencia de pruebas, por que en tal caso no habría discusión.
Los que se aferran a una ilusión óptica,
desdeñan el testimonio de innumerables gentes. Quienes esgrimen el mismo
testimonio, para probar la realidad de los Platos Voladores, se olvidan de que
las gentes son proclives a la ilusión y al embaucamiento.
La polémica queda estancada por falta de
pruebas.
Nosotros –con encomiable prudencia- adoptamos
una posición neutral, con tendencia a la credulidad; no nos vaya a estar
observando algún tripulante interplanetario y nos lance sus rayos que, si
provienen de Júpiter, serán mortales de necesidad…”
---Fin de la
Transcripción---
También en esa época realizaron la publicación
de lujo del libro de Donald Keyhoe “Flying
saucers from outer Space” con el título de “Platos voladores del Espacio” como parte de la COLECCIÓN
AERONÁUTICA ARGENTINA – AÑO 1955 – Volumen 40 - Tapa Dura.
Colección Alberto Brunetti |
Con una excelente
traducción realizada al efecto por el Capitán (R) Jorge Milberg con derechos
registrados por el Círculo de Aeronáutica, además, esta edición en sus
apéndices reproduce traducida la “PLANILLA DE INFORMACIÓN TECNICA DE LA FUERZA
AERES DE LOS E.E.U.U.” es decir el formulario utilizado por el Project Blue Book
(Proyecto Libro Azul)
Archivo Alberto Brunetti |
y del mismo proyecto la “PLANILLA DE DATOS ELECTRÓNICOS
(RADAR TERRESTRE)”
Archivo Alberto Brunetti |
RECAPITULANDO:
En esta etapa más allá
de que no pueda hablarse de la existencia de comisiones investigadoras, es
evidente el interés que la Fuerza Aérea tenía sobre este tema, y no tenía
ningún tipo de prejuicio a la hora de divulgarlo.
Al comienzo de la Comisión
Oficial creada en mayo de 2011 había una apertura similar, al punto de
constituirse en un organismo público e incluir civiles dedicados a la ufología,
en el afán de realizar un estudio integral del problema.
Pero, lamentablemente,
quizá por esos personalismos polarizantes que tiene nuestra idiosincrasia de
país, emulando las viejas dicotomías a modo de nuevos Azules y Colorados, o Unitarios
y Federales; seguramente han influido
los adeptos a “Civiles sí, Civiles no”. “Ufólogos sí, ufólogos no”, “Dios
atiende en Buenos Aires, o atiende más allá de la General Paz”… Es así que se
fue desplazando esa noble aunque perfectible idea original, por esta que aunque
se disfrace de nueva no es tal.
Es una copia
modernizada de un pasado oscurantista cuya receta mundial es ya conocida y
caduca. Donde la palabra identificación no es más que un disfraz de la vieja
conocida negación.
Hoy, si bien existen
nuevos adelantos tecnológicos que permiten un mejor abordaje que en aquel 1955,
ha vuelto a instaurarse la estrechez mental que (tenga las herramientas que
tenga) seguirá generando falacias en lugar de llamar las cosas por su nombre.
Reemplazando por eufemismos la palabra OVNI para ridiculizarla, y condenarla como
uno de esos temas malditos. Intentando vanamente eliminarla del léxico.
La vieja y obsoleta
receta de parcializar los estudios para no reconocer la escasez de
conocimientos. Para no reconocer las limitaciones. Para fingir ocuparse del
problema.
Pero, como en todas las
organizaciones, las personas son pasajeras, y las primeras, trascienden la vida
de sus miembros.
Y, ajeno a todo esto, el
OVNI sigue su curso, desafiando como en aquellos lejanos tiempos. Planteando
preguntas ansiosas de quienes aún quieran buscar respuestas.
Alberto Brunetti, Julio de 2020
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