domingo, 22 de noviembre de 2020

AIMÉ MICHEL - ¡EXISTEN LOS PLATOS VOLADORES!

 

 

AIME MICHEL

 


Nota de Alberto Brunetti: A casi seis meses del relanzamiento de este Blog, quiero rescatar un artículo de Aimé Michel. El artículo elegido fue uno de los primeros que publicó la revista Planeta sobre el tema de los “Platos Voladores” como aún se los llamaba y va precedido de una cita que hace la revista. Posteriormente viene el artículo de Aimé Michel, del que he extractado su parte principal. En él, además, resume su descubrimiento de las ortotenias. Las ilustraciones fueron elegidas por mì a fines ilustrativos y no estàn incluìdas en el artìculo original. Algunas de las fuentes figuran en la Bibliografìa.

 



Para servir a la historia de las ciencias

PLANETA ABRE EL LEGAJO DE LOS MISTERIOSOS OBJETOS CELESTES.

“Si vosotros abandonáis esos hechos, tened cuidado, los charlatanes se apoderarán de ellos, y los imbéciles también. No hay término medio: la ciencia o la ignorancia. Si la ciencia no quiere saber nada de esos hechos, la ignorancia los tomará. Cuando se recusa a Laplace aparece Cagliostro.

¿Con qué derecho, por lo demás decís a un hecho: véte? ¿Con qué derecho desecháis un fenómeno? ¿Con qué derecho decís a lo inesperado: no te examinaré? ¿Con qué derecho borráis una de las premisas del problema? ¿Con qué derecho rechazáis a la naturaleza?

Huc usque recurret. La ciencia puede cometer iniquidades. Cerrar los ojos es una mala acción. El telescopio tiene una función; el microscopio tiene deberes. El alambique debe ser íntegro, el crisol calienta para todo el mundo. Es necesario que la cifra sea honesta. Negarse a la experimentación es negarse a la justicia. “

VICTOR HUGO (Contemplación suprema.) 

 

VICTOR HUGO


¡EXISTE EL PROBLEMA DE LOS PLATOS VOLADORES!

(Fragmentos)

Aimé Michel, Junio de 1965

Es fácil decir: ¡es pueril! Es pueril creer que vendándose los ojos ante lo Desconocido, se suprime lo Desconocido”

VICTOR HUGO, Contemplación suprema.

 

[…]

2 La afluencia de testimonios

[…]

EL NÚMERO DE TESTIGOS

Existen dos métodos capaces de efectuar una evaluación aproximada del número de personas que, en el mundo entero, dicen haber visto objetos cuya descripción no corresponde ni a los bólidos, ni a los meteoros, ni a los globos sondas, ni a ningún fenómeno conocido.

El primero consiste en hacer la suma de los legajos difundidos en los ficheros existentes. Mi propio fichero comprende más de dos mil casos, de los cuales los cuatro quintos, aproximadamente, provienen del territorio francés. Diversos cálculos dan como resultado un número de treinta a cuarenta mil en el mundo entero. En buena parte de los casos, digamos la mitad, ha habido varios testigos.

Pero esta evaluación no vale gran cosa, pues la mayor parte de las observaciones no son comunicadas a los investigadores; a los testigos, en efecto, les disgusta pasar por locos. Experimentamos entonces el efecto de las campañas de prensa orquestadas por quienes Louis Pauwels llama los “Señores de negro” –que no son precisamente los sabios que estudian estas cuestiones sino aquellos de quienes estos dependen administrativamente-, los augures que resuelven desde lo alto de su posición oficial sin haber estudiado para nada el tema del cual hablan y que, por lo demás, han abandonado desde hace tiempo, por los honores, toda investigación.

LOS SONDEOS

De aquí el interés del segundo método, el sondeo. Desde 1958 la experiencia de mis encuestas, había conducido a la conclusión siguiente: en Francia se puede decir que una persona tomada al azar, o bien ha visto, o bien conoce a alguien que ha visto. La dificultad está en dar en cifras el número medio de individuos que conoce personalmente cada francés. Si se admite la cifra de 200, esto significa más de 200.000 testigos para toda Francia.

He aquí un segundo tipo de sondeo, realizado en los Estados Unidos por el capitán Ruppelt, cuando él dirigía la comisión de investigación del ATIC, hacia los años 1953-53. Una encuesta confidencial efectuada entre los astrónomos norteamericanos observadores (los teóricos, que no miran nunca el cielo, eran evidentemente dejados de lado) conduce a fijar el porcentaje de testigos en el 11% en esta corporación superiormente entrenada en el estudio del cielo. Debe notarse que en público todos esos testigos proclaman en voz alta que los platos voladores son una chanza, y que ninguna persona seria jamás ha visto ni la sombra de uno de ellos.

El Tercer tipo  de sondeo: uno de mis amigos norteamericanos, profesor en una universidad y conocido especialista en Marte, ha dado en los Estados Unidos, en 1962, una serie de conferencias sobre este planeta; el público estaba esencialmente constituido por hombres de ciencia; habiendo tenido la malicia de terminar cada uno de sus informes con esta frase: “… pero evidentemente, la mejor prueba de la existencia de un ávida extraterrestre sería la observación de un a aparato venido de otro planeta”, obtuvo casi regularmente el testimonio de uno o dos de sus auditores. Porcentaje de testigos: 1,5 por ciento, o sea netamente mayor a mi evaluación de 1958. Detalle del más alto interés: ninguno de esos casos había sido referido a la Comisión de Investigación del Ejército del Aire ni a los periódicos. Es, por lo tanto, seguro que nosotros no poseemos en nuestros ficheros sino una ínfima proporción de las observaciones.

EL TESTIMONIO DE LOS RADARES

Al lado del testimonio humano, está el de los aparatos. Descartemos para comenzar cierto tipo de casos, bien estudiados en Francia por el profesor Vassy, donde la aparición de manchas móviles en la pantalla del radar es imputable a inversiones de temperatura y a un efecto de espejismo en el espectro de las sondas utilizadas. Se trata de un fenómeno bien conocido por los especialistas y sin ninguna relación con el objeto de este estudio. La mancha de la pantalla del radar no puede nunca, en ese caso, ser observada visualmente, y con motivo, pues no existe sino en la pantalla.

He aquí en desquite un caso francés que, en su época, yo he estudiado bien.

EL ASUNTO DE ORLY

En la noche del 17 al 18 de febrero de 1956, a las 23 horas, aparecía en el radar de Orly una mancha correspondiente a un objeto de un tamaño dos veces superior al de los más grandes aparatos en servicio entonces. Como ningún avión estaba señalado en la región, los técnicos se limitaron, en principio, a seguir las evoluciones del supuesto objeto. Evoluciones fantásticas pues loas velocidades variaban desde la inmovilidad más rigurosa hasta los 2.500 kilómetros por hora (notemos, al pasar, que de acuerdo con un estudio norteamericano que citaré en seguida y que es una autoridad, esta velocidad ya excluye la hipótesis de la inversión de temperatura).

Pero he aquí que un DC3 de la línea de Londres aparece en el campo del aparato. El objeto desconocido, que en ese momento estaba estacionario, es visto en la pantalla arrancando a una velocidad fulminante y arremetiendo contra el DC3. La torre de Orly llama entonces a este último para preguntarle si no ve nada.

-Veo una luz roja parpadeante que se dirige hacia mí, aparentemente gran velocidad –responde el piloto.

-¿Qué posición atribuye a esa luz?

-La vertical de Mureaux.

Era la posición localizada en el radar. El piloto del DC3 debió cambiar de rumbo para evitar una colisión que ele parecía inminente, luego el objeto desapareció de su vista.

-No veo nada más. ¿Usted ha perdido el contacto?

-No –responde la torre de control-. El Objeto parece estar del lado de Le Bourguet.

En efecto, el piloto, volviéndose hace ese lado, advirtió nuevamente no sólo la misteriosa luz parpadeante, sino también el objeto, enorme y negro contra el fondo del cielo.

Esto duró tres horas consecutivas. Según los investigadores de la aviación civil, los pilotos de los diversos aparatos que aterrizaron esa noche en Orly después de haber visto la luz parpadeante, y a veces al objeto maniobrar alrededor de ellos a velocidades dementes, estaban pálidos de miedo. Pero eso no es todo:

a)   El objeto “conocía” la existencia de la posición de las balizas de radio. Se desplazaba frecuentemente de una a otras, a velocidades que alcanzaban los 3.600 kilómetros por hora.

b)   El objeto “conocía” la existencia y los límites del radar. Cuando ningún avión estaba a la vista, salía del campo del radar por la vertical, y no volvía a entrar sino para arremeter contra el avión que se estaba acercando.

c)   Y lo más fantástico: en determinado momento, para tener la conciencia tranquila, los operadores llamaron al radar de Le Bourget:

-      ¿Tuvieron la mima recepción que nosotros?

En seguida el radar de Orly fue perturbado por una potente interferencia. Para escapar a la perturbación, los operadores de Orly cambiaron de frecuencia. No hubo perturbación durante algunos segundos, en el curso de los cuales el objeto se hizo otra vez perfectamente visible en la pantalla Después de lo cual la perturbación recomenzó en la nueva frecuencia: todo sucedía como si el objeto, habiendo interceptado y comprendido la conversación entre Orly y Le Bourget, hubiera juzgado inoportuna la localización del radar y lo hubiera perturbado, y esto de frecuencia en frecuencia, pues radar y perturbación no cesaron de perseguirse. Esta interpretación la he obtenido por medio de los técnicos de la aeronáutica que investigaron sobre el incidente. Detalle: el radar de La Bourget, descompuesto, no funcionaba esa noche.

 

 

EL INCIDENTE DE LE BOURGUET

LA COMISION MILITAR NORTEAMERICANA

Así, en este caso particular, la observación en el radar fue doblada no solamente por la observación óptica, visual, por los pilotos que advirtieron el objeto en vuelo, sino por un juego de persecución –al gato y el ratón- que evocaba irresistiblemente una actividad inteligente.

Algunos años más tarde, recibí en París la visita de uno de os miembros más eminentes de la Comisión de Investigación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que había venido a consultar mis legajos y a cambiar conmigo sus impresiones. Interrogado sobre lo que pensaba del caso de Orly, dio un suspiro de cansancio:

-Casos como esos tenemos todos los meses en los Estados Unidos.

-¿Y ustedes se los explican?

-¿Explicarlos? ¿Cómo los explicarían ustedes? Es perfectamente inexplicable.

Pero, entonces, ¿por qué diablos publican periódicamente comunicados afirmando que el 99,5% de los casos que les han sido sometidos han recibido una explicación satisfactoria, y que los otros no tienen ninguna importancia?

Nuevo suspiro de cansancio:

-¿Por qué? Por tener paz. No olvide que la comisión norteamericana es una comisión militar. ¡Ah! Si nuestra Fuerza Aérea confiara esta misión a hombres de ciencia…

“Todos los meses”, decía este buen hombre. Ciertamente, los casos de que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ha dejado publicar no son ni los más numerosos ni los mejores. Pero nosotros disponemos de todos modos de algunas fuentes norteamericanas suficientemente edificantes.

EL INFORME DEL CAPITÀN RUPPELT

Primeramente, el informe del capitán Ruppelt, ya citado. Vemos que el caso tipo, muchas veces repetido con algunas variantes, es el siguiente: un radar localiza, en pleno día, un objeto volando a velocidades francamente extraordinarias, por ejemplo: la inmovilidad, o seis mil kilómetros por hora. Los operadores del radar sacan la nariz y ven el objeto, redondo, con forma de plato invertido, plateado, brillante al sol Llaman a otro radar, el cual también lo localiza. Alertan a, una base militar, que da orden de vuelo a un caza. El Caza se aproxima, ve el objeto, lo describe por radio y lo persigue. El objeto lo deja aproximarse, después se aleja más velozmente que cualquier avión de caza. El piloto describe la maniobra, la cual es seguida por otros radares. Objeto y caza se alejan rápidamente, entran en un campo de un tercer radar que, a su vez, observa la escena. El caza agota su carburante, da vuelta y regresa a su base. El objeto se detiene y vuelve adonde se encontraba, hasta la llegada de otro caza, y el juego recomienza.

-¡Cómo! ¿Todo eso habría realmente sucedido y no se sabría nada?

No solamente todo eso ha sucedido realmente una vez sino que este es el tipo de observación que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos efectuaba todos los meses, según mi interlocutor. Véase el informe de Ruppelt editado en edidiòn de bolsillo por Ace Books, en Nueva York. Hay variantes, ya lo he dicho. A veces es un simple ciudadano que desencadena todo llamando a una base militar por teléfono. A veces, es un piloto que llama a una torre de control. Todo eso, podemos decir, se toma indiscriminadamente.

Cada vez que expongo lo que se acaba de leer, la reacción es la misma:

-¡Pero usted sueña! ¡Es imposible! ¡Eso se sabría!

 

 

EL INFORME RUPPELT

 

OTROS INFORMES OFICIALES

Eso se sabe, precisamente. Pero es necesario para lograr la prueba, tener ganas de informarse, es decir, en primer lugar liberarse del bloqueo mental provocado de manera casi automática en el espíritu de todo contemporáneo por la expresión “plato volador”. He citado a Ruppelt. Pero existen mejores fuentes. Sólo es necesario elegir. He aquí un informe oficial publicado en mayo de 1953 por la Administración de la Aeronáutica civil norteamericana. Es un estudio consagrado a las observación s de radar registradas en la base de Washington desde el 22 de mayo hasta el 16 de agosto de 1952, período elegido al azar, por lo demás. El cuadro de las páginas 2 y 3 de ese informe destaca 19 contactos del radar. Cuatro de esos contactos son dobles, es decir que, en cuatro casos, el objeto ha sido localizado simultáneamente por dos radares diferentes. En 16 casos, el objeto ha sido visto.  En tres casos era azulado. En otro caso era rojo. El 20 de julio era un objeto anaranjado. El 27 a las 19 y 30horas, fue distinguido un objeto oscuro, sin luminosidad. El 29 de julio , a las 15 horas, un objeto blanco. Y así consecutivamente. Las alturas varían desde 300 metros, el 14 de julio hasta 17.000, el 27 del mismo mes. Las velocidades varían desde la inmovilidad, el 14 de agosto, hasta 1.800 kilómetros por hora, el 14 de julio. Otro día, la velocidad, no indicada, es calificada de fantástica (tremendous).

¿Se desean otros detalles? El 30 de julio el objeto era de forma oblonga. El 27 der julio era un pequeño objeto circular, oscuro, con el canto visible a veces. Ningún ruido. Se desplazaba hacia el nordeste a poca velocidad oscilando y ondulando. Las nubes iban en sentido inverso. El objeto desapareció al entrar en una nube.

Si ahora se estudia el cuadro más detenidamente, se advierte que varios de esos “contactos” se refieren al mismo objeto, que ha sido visto y registrado por el radar en diversos lugares sucesivamente y en distintas evoluciones. El 27d de julio, por ejemplos, las observaciones de suceden desde las 19 y 30 horas (velocidad moderada, desaparición en una nube) hasta las 0 hora y treinta minutos (contacto del radar y visual). En dos ocasiones hubo dos objetos volando juntos y siete observaciones se suceden ese día en pocas horas. Durante una de estas observaciones fue señalada la velocidad “fantástica”.

Este asunto de la velocidad es muy importante. La segunda parte del informe es, en efecto, un estudio de los ecos del radar provocados por las inversiones de temperatura, y la conclusión de nuestros dos autores es que la velocidad atribuida al objeto ficticio, resultante de tales ecos, no puede sr ningún caso superior al doble de la velocidad del viento a la altura de la inversión.

De este modo, el espejismo como única explicación posible se halla excluido, salvo en una observación del 13 de agosto que no recibió, por lo demás, ninguna confirmación visual.

LA OLA SOBRE EUROPA

El “rumor” de los platos voladores, como dice Jung, nació, recordamos, en los Estados Unidos a comienzos del verano de 1947. Durante muchos años la lectura de los periódicos pudo hacer creer que se trataba de un fenómeno estrictamente norteamericano. Detalle curioso y ahora completamente olvidado: la primera interpretación del público y de algunos técnicos que se interesaban en ello, no fue en absoluto que se tratara e aparatos de origen extraterrestre: la opinión unánime fue, en principio, que se trataba de un arma secreta norteamericana o rusa La hipótesis extraterrestre no comenzó a tomar cuerpo hasta la serie de desmentidos de Washington y de Moscú, frecuentemente reiterados en 1948 y 1949. Todavía se trata de la teoría del arma secreta en mi primer libro, aparecido en 1954 Por lo demás, yo la descarté pues las conversaciones que había tenido en 1953 con oficiales de la Seguridad del Ejército Aéreo habían terminado por convencerme la inexistencia del secreto militar, aun en la Rusia estalinista.

Pero desde el instante que el origen extraterrestre estaba encarado, se imponía una pregunta que era también una objeción: si seres inteligentes, originarios de un planeta lejano se molestaban en venir hasta aquí, ¿por qué no aterrizaban? Me pareció, sin embargo, que esta manera de plantear el problema pertenecía a la pura especulación y que una investigación objetiva no debía tenerla en cuenta. La verdadera cuestión era una cuestión de hecho: esos aparatos existen, sí o no, todo el resto incumbe a la psicología intersideral, quiero decir a la ciencia-ficción.

TODO HABIA SIDO VISTO EN EL OTOÑO DE 1954

Entretanto sobrevino la famosa ola de observaciones del otoño de 1954. Durante cinco semanas aproximadamente, desde mediados de septiembre hasta el 20 de octubre, los periódicos europeos, hasta entonces prácticamente mudos sobre el asunto, se pusieron a publicar cada día decenas y decenas de narraciones de testigos. En Italia, en Inglaterra, en Suiza, en Bélgica, en la península ibérica y, naturalmente, en Francia, no se habló de otra cosa durante este breve período. Algunos aduladores afirmaron entonces que la fuente de esta ola debía ser buscada en mi libro, aparecido la primavera precedente.  ¡Lástima!: mi libro era un fracaso. No se comenzó a leerlo (poco) hasta después del fin de la ola. Y los innumerables testigos que interrogué ignoraban hasta mi existencia, esto en Francia y, con mayor razón en el extranjero.

Pasada la ola, algunos amigos y yo trabajamos durante meses para reunir todos los documentos y hacer llenar cuestionarios. Hacia 1956 me encontré de este modo frente a una documentación enorme, caótica y perfectamente delirante, de la cual era imposible sacar ninguna conclusión. Todo había sido “visto” en setiembre-octubre de 1954. Objetos en el aire, ecos den el radar, objetos en formación, objetos en el suelo, ¡y hasta sus pilotos! En cien lugares, motores de autos y de camiones habían sido detenidos “al paso a ras de suelo de un plato”, fenómenos eléctricos de inducción observados, tierra arrancada del suelo por un aparato “remontando vuelo brutalmente”. Había rastros en el suelo, persistencias magnéticas que hacían desviar la brújula, testimonios concordantes de observadores alejados unos de otros y que no se conocían. Hasta se podía a menudo, por ejemplo el 3 de octubre, seguir las huellas de un “aparato” a través de Francia, de testimonio en testimonio. Pero por otro lado, el conjunto presentaba un aspecto tan decididamente demencial que hasta los investigadores más fogueados se inclinaban a dar la razón al profesor Heuyer, autor de una ruidosa comunicación a la Academia de Medicina sobre el origen psicopatológico de la psicosis de plato volador. Yo mismo llevé a cabo varias conferencias al respecto.

Una pregunta sin embargo intrigaba al pequeño grupo de amigos y a mí que nos obstinábamos en buscar un hilo en ese laberinto: ¿dónde diablos se escondían las víctimas de esa supuesta psicosis? Pues el público, no digo en su mayoría pero sí unánimemente, incluso la casi totalidad de los testigos, se rehusaba a creer en los platos voladores.

-Yo no sé qué le cuentan a usted sus chiflados –me decía, por ejemplo, un mecánico cuyo automóvil había sido detenido con el motor bloqueado y los faros apagados, en una pequeña ruta cerca de Dammartin-en Goële- por lo que a mí respecta, yo no creo en esas historias.

En pleno período de esta ola, vale decir en el momento en que la psicosis habría debido llegar a su punto culminante, fui invitado a hacer uso de la palabra en el mayor teatro de Lila. Esta conferencia había sido preparada magistralmente por sus organizadores: enormes carteles en los muros de la ciudad, entrevistas por la radio, artículos periodísticos. Supongo que mis operación. ¿Debo confesarlo? Cuando el telón se levantó ante mí y advertí sólo treinta y cinco personas den el desierto de la inmensa sala, dejé escapar un suspiro de alivio.

Pero la ola no era menos real como rumor, y era necesario encontrarle una explicación.

3. El descubrimiento de las alineaciones

-Si lo que cuenta esa gente es cierto –me dijo un día Jean Cocteau-, si esos aparatos existen y si se os ha visto, es inconcebible que bajo ese desorden no se oculte un orden, cualquiera que sea. Es eso lo que hay que buscar: el orden oculto bajo el desorden.

 

 

JEAN COCTEU

 

Y en efecto, el desorden de una batalla oculta los planes de un estado mayor. El montón de piedras puede ser la ruina de un templo. Había sin duda algo detrás del caos de 1954, y ese algo comenzó a mostrárseme en 1957.

LA LÌNEA BAYONA-VICHY

Si se marcan en un mapa de Europa todos los puntos donde han sido observados platos voladores durante el otoño de 1954, se obtiene eso que los matemáticos llaman una repartición aleatoria. El impacto de los plomos de un cartucho contra un blanco, el de las gotas de lluvia sobre una acera, la posición de los árboles en un bosque son reparticiones aleatorias: es el desorden del azar.

Pero en lugar de marcar sobre un mapa todas las observaciones de la ola, limitémonos a las observaciones de un solo día, el 3 de octubre, o el 14 del mismo mes, o el 15 o cualquier otro día. Entonces, desde el primer vistazo algo se puede advertir. El 15 de octubre, por ejemplo, hubo 8 observaciones: una en Southend, Inglaterra, un en Calais, una en Aire-sur-la-Lys, una sobre la ruta nacional 7, al sur de Montargis, una en Fouesnant, cerca de Quimper.

Si se agrega la observación italiana a aquella de la ruta nacional 68, esta línea recta empalma exactamente, a 400 kilómetros de allá, con la observación de Aire-sur-la-Lys, luego la de Calais, luego la de Southend. Longitud de la línea: 1.100 kilómetros. Cinco observaciones alineadas sobre esta larga distancia.

Además, la recta Ruta Nacional 68-Montargis va a parar a Fousenant, y la recta Montargis-Calais pasa por París. ¿Azar? Sea.

Tomemos otro día, el 24 de setiembre. Ese día, nueve observaciones. Sobre las nueve, seis se encuentran en una misma recta que va desde Bayona a Vichy. Dos de las otras tres están alineadas con una observación de la alineación precedente. La última está fuera de toda alineación. No retenemos sino la primera de esas líneas, la recta Bayona-Vichy a la cual hemos dado el nombre en código de Bavic, pues ella ha hecho correr mucha tinta en el mundo entero y constituye probablemente una de las claves del problema Plato Volador.

Considerando la precisión de los puntos de observación, el norteamericano Lex Mebane ha podido establecer que la probabilidad para que, sobre nueve puntos dados al azar sobre una superficie, seis se encuentren en una mima recta, esta probabilidad debería ser de 1 contra 40.000.000. En otras palabras, se puede apostar 500.000 contra 1, y probablemente 40.000.000 contra 1, que la disposición de las observaciones del 24 de setiembre de 1954 no es aleatoria, que corresponde a un orden.

 

 

LA "BAVIC"

 

SIEMPRE SOBRE LA “BAVIC”…

Esto no es todo. Aproximadamente un año después de la aparición del libro donde yo exponía esos hechos extraños, Jacques Bergier me señaló una observación de ese mismo 24 de setiembre de 1954 y que se me había escapado. Estaba indicada en un número del Parisien Libèrè de fin de mes y tomada de la prensa portuguesa. Ese mismo 24 de setiembre, pues, había habido en Portugal una décima observación: un “plato” visto por un campesino cerca de un pequeño pueblo de la sierra de Gardunha, no lejos de la frontera española. Cuando yo marcaba ese lugar de observación en el mapa, tuve el asombro de comprobar que se situaba exactamente en la prolongación de “Bavic” hacia el sudeste. ¡Yo habría podido, con más osadía, encontrar la observación del campesino prolongando mi línea recta unos 600 kilómetros hacia el Atlántico: “Bavic” no contaba, pues, con seis observaciones sobre nueve sino con siete sobre diez, y la probabilidad de que la causa fuera solamente el azar, se volvía prácticamente nula.

Más o menos en la misma época, y a fuerza de comparar los mapas de alineación del otoño de 1954, una observación se me impuso con una fuerza creciente: todas esas alineaciones no parecían de la misma naturaleza. El 7 de octubre de 1954, por ejemplo, formaban sobre Francia una especie de red geométrica. El 24 de setiembre y el 15 de octubre, en cambio, la red se reducía a una o dos líneas, pero muy largas, que franqueaban las fronteras, invitando invenciblemente a la imaginación a salir de los límites de la proyección. Ahora bien, mientras yo reflexionaba sobre la significación de esta diferencia, dos observaciones me fueron señaladas en Tulle y en Brive, Esas observaciones se situaban también sobre la línea “Bavic”. Pero esta vez más de dos años habían transcurrido desde la ola de 1954. ¿Coincidencia, o índice de una nueva pista?

 

 

ORTOTENIAS EN ESPAÑA - ANTONIO RIBERA
(Nótese la continuidad de la Bavic)

 

UN GRAN CÍRCULO TERRESTRE

Retomé mis archivos y comprobé que sólo durante la ola de 1954, un buen número de otras observaciones se situaban igualmente sobre la “Bavic” A veces –por ejemplo en Dole, en el Jura- se anotaban sobre esta línea varias reapariciones en fechas diferentes. De aquí la pregunta: ¿ciertas líneas no serán permanentes? ¿No ordenarían de manera crónica el fenómeno plato volador en su conjunto? Para obtener una respuesta significativa a esta pregunta, era necesario en principio reunir suficiente documentación sobre el fenómeno en escala mundial. Yo disponía de cierto número de revistas especializadas inglesas y norteamericanas, así como de una red nada despreciable de corresponsales extranjeros. Desde los acontecimientos de 1954, otras cinco olas de observaciones se habían producido en el mundo, todas más o menos parecidas a la ola europea: una en los Estados Unidos, una en las provincias septentrionales de Brasil y en Venezuela, una en la Argentina, una en Nueva Zelandia y en la Nueva Guinea oriental Las superficies donde esas olas se habían extendido representaban generalmente una extensión muy reducida. La más vasta, 4n los Estados Unidos, parecía concentrada en los Estados del nordeste, en la región de los Grandes lagos. Sobre un mapamundi se presentaban bajo la forma de manchas bastante bien delimitadas. Tome, pues, la línea europea más sugestiva y más rica, que era precisamente la “Bavic” y haciendo la hipótesis de que esta línea aparentemente recta era un gran círculo terrestre pedí a un amigo que disponía del material para la operación, que calculara ese gran círculo con la mayor precisión (se puede calcular “a mano” pero es difícil).

El resultado, debo decirlo, nos asombró. Helo aquí para ser juzgado: el gran círculo determinado por la alineación Bayona-Vichy sobrevuela sucesivamente Portugal, las Provincias septentrionales del Brasil, La Argentina, Nueva Zelandia, la Nueva Guinea Oriental, Formosa y el Continente Eurasiático. ¡Sobre seis de las olas sobrevenidas desde 1954, inclusive cinco está, por lo tanto, empalmadas en este gran círculo enigmático descubierto con la única luz de las observaciones francesas de 1954! Cuando hicimos seste descubrimiento teníamos entre nosotros, en París, al señor Christian Vogt, competente investigador que había estudiado el problema en Buenos Aires.


CRISTIAN VOGT - Pionero de la ufología argentina


Él compartió nuestro asombre y nuestro entusiasmo. Por primera vez, un comienzo de orden se dejaba adivinar a escala planetaria en ese fenómeno condenado. Había, pues, una esperanza de llegar a alguna conclusión con los medios tradicionales de la investigación científica. La ola norteamericana del otoño de 1957 era la única que quedaba fuera de la línea pero coincidía en el tiempo con el lanzamiento del primer Sputnik, y se podía interpretar de otra manera.

SIGNIFICACIÒN DE LAS ALINEACIONES

El hecho experimental de las alineaciones, que cada uno puede controlar a partir de las fuentes dadas en mi libro y con la ayuda de mapas, comprende un conjunto de enseñanzas que ahora es necesario destacar.

1)   En el fárrago de narraciones más o menos ciertas, tomadas una a una, este hecho emerge como una comprobación objetiva, liberada de toda apreciación personal: para saber si la alineación existe, basta con rehacer el cálculo. Las fuentes utilizadas son textos publicados por la prensa antes del descubrimiento de las alineaciones No se puede, por lo tanto, suponer que las observaciones han sido inventadas después para justificar la alineaciones.

2)   Que la inmensa multitud de observaciones organizadas siguiendo un orden determinado supone que esas observaciones se refieren a un fenómeno único, de igual naturaleza en cada caso, que obedece a una estructura homogénea.

3)   ¿Qué es ese fenómeno único? ¿Una psicosis, una alucinación, una impostura? En ese caso es necesario admitir que las imposturas, las alucinaciones y las psicosis se propagan de manera ortodrómica en las os grandes círculos terrestres. Si se quiere, se puede llamar a eso “la sensatez”.

4)   Antes de hacerse una opinión, también se puede preguntar a los testigos lo que ello dicen haber visto. Y entonces se descubre que ese fenómeno aparentemente tan extraordinario es siempre el mismo o, mss. bien, que el objeto descrito resulta ser en el 99 % de los caso sino de los objetos siguientes:

a)   Un objeto de aspecto nebuloso de vastas dimensiones, de forma alargada, luminoso durante la noche, vertical cuando se detiene, que se inclina al partir, permanece inclinado cuando está en movimiento, que emite o “absorbe” a veces, por su extremidad inferior, uno o más objetos de dimensiones más restringidas. Este objeto, que yo he llamado del “cigarro de las nubes” a raíz de las nubes remolineantes que constantemente lo rodean, han sido observado en todo el mundo, por campesinos del Sena y Marne, y de Tasmania, sobre Los Ángeles y en Venezuela. Se sabe que Paul Thomas ha dado una interesante interpretación de los platos voladores en su libro Los extraterrestres.

b)   Un objeto de pequeñas dimensiones que los testigos que dicen haberse acercado más describen como circular, hemisférico por encima, que cambia de aspecto por debajo De noche y en vuelo, el objeto es generalmente luminoso. La parte superior rojiza, anaranjada o dorada, la parte de abajo susceptible d3  emitir colores verdes, blancos, rojos, violetas, sea separada o simultáneamente, los testigos que dicen haberse acercado más que, en este último caso (emisión simultanea de varios colores) las fuentes luminosas son como especies de plúmulas verticales pendientes del objeto y que han sido vistas apareciendo, desapareciendo, cambiando entre ellas sus colores y dando de esa manera una impresión de remolino (por ejemplo el 3 de octubre de 1954m, en Armentieres, en Chateau-Chinon, en Montbeliard, y en otras fechas en casi todo el mundo). En lugar de plúmulas bajo el objeto principalmente a veces un objeto más pequeño, muy luminoso, solidario al primero pero susceptible de descender verticalmente p0or debajo de él (por ejemplo. Ese 3 de octubre, en Marcoing, en Lievin. Ablain-St-Nazaire, Milly, Champigny).

c)   Un objeto de las mismas dimensiones que el precedente y de la misma forma por encima, pero que no presenta por debajo ninguno de los fenómenos descritos antes. Con frecuencia, este objeto es visto en el suelo. Entonces, o bien es luminoso y de un color rojizo, anaranjado o dorado, o bien oscuro y frecuentemente asociado al objeto descrito en d),

d)   Un ser con apariencias de tener vida, de un metro diez aproximadamente de altura, descrito como vestido con una escafandra de color claro, tal vez traslúcida, cuerpo ancho, “andar” saltarín y balanceados. Los testigos que dicen haber visto este ser a través de la escafandra, hablan de un tinte oscuro, tal vez piloso de una “cabeza” baja y ancha. En ciertos casos, los testigos dicen haber visto, asociado a este ser, o al objeto descrito en el párrafo precedente, o a los dos, otro ser de talla y aspecto francamente humanos. Los testimonios don uniformes en Francia y en Nueva Guinea, en EEUU y en Venezuela, en Brasil y en todas partes, incluso en la Unión Soviética (véase allí la interpretación de Paul Thomas).

¿Los testigos han visto realmente todo eso? ¿Lo han soñado o inventado? Abandono esto a los historiadores, limitándome a comprobar que sus testimonios se refieren a líneas rectas que el azar no explica. Pero esto no es todo.

e)   Los testigos asocian a menudo, y en todas las partes del mundo, la observación comparada de los objetos antes citados a un cierto número de fenómenos, también siempre los mismos, detención e motores, extinción de faros, interrupciones de circuitos eléctricos, electrizamiento y parálisis del cuerpo humano, calentamiento de objetos hasta la desecación de cuerpos mojados y calcinamiento de materias orgánicas: madera, hojas, etc. Agitación ruidosa y magnetización de objetos metálicos.

f) Los testigos atribuyen a los objetos en el aire cierto número de comportamiento característicos y siempre los mismos: movimiento en línea recta, balanceo en la partida y al detenerse, cambio de dirección acompañado por una maniobra uniforme descrita en el mundo entero dela manera siguiente: súbita moderación de la marcha, detención, descenso en zig-zag o imitando la caída de una hoja seca, potente impulso vertical, rápida aceleración balanceo y partida en una nueva dirección. Este comportamiento complejo corresponde siempre, en el mapa, a la intersección de dos líneas.

4. Un balance provisorio

Un balance elemental del “problema plato volador” tal como se presenta hoy, debería mencionar los estudios estadísticos de frecuencia realizaos en Francia, en Brasil, en España y en los Estados Unidos, así como el cuidadoso análisis de la alineación “Bavic”, después de la sorprendente serie de observaciones registradas durante el verano de1962 en el centro de Francia.

No diré al respecto sino algunas palabras, pues sería necesario un libro para hablar de ellos convenientemente.

CADA VEINTISEIS MESES

Sobre el primer punto (ritmo de frecuencia) los hechos son los siguientes: fundándose en cuatro catálogos diferentes que no tienen en común sino un stock minoritario de observaciones, cuatro investigadores trabajan separadamente y, sin haberse puesto de acuerdo, han llegado al idéntico resultado de un máximo muy neto cada veintiséis meses. Vemos qué evoca este ciclo: es el de las oposiciones del planeta Marte. ¿”Ellos” vendrían, por tanto de Marte? Conclusión simplista. Para comenzar, los máximos no coinciden en absoluto con los acercamientos del planeta, sino con el tercer mes siguiente a la oposición. Además, el doctor Olavo Fontes, un investigador brasileño, cree haber descubierto, superponiéndose al ciclo de veintiséis meses, un segundo ciclo más largo, de cinco años. Marte desempeña sin duda un papel en la organización cronológica del fenómeno. ¿Cuál? Se discute al respecto. Sobre el segundo punto (estructura de las alineaciones) las actuales investigaciones son mucho más prometedoras.

LA HISTORIA DE LE VAURIAT

El 29 de agosto de 1963, un poco antes de las 14 horas (o sea a pleno día), cuatro objetos eran observados uno después de otro, a poca distancia por encima de una aldea de Puy-de Dome llamada Le Vauriat. Entre los testigos había un piloto del Aero club de Auvergne.

El periódico del Clermont-Ferrand, “La Montagne”, por el cual fuimos alertados, daba en su número del 30 de agosto numerosas e interesantes precisiones, pues lo objetos habían maniobrado a baja altura durante varios minutos ante los ojos de los testigos Pero no decía donde se encontraba Le Vauriat. Uno de mis amigos (que no nombraré porque pertenece al Centro Nacional de la Investigación Científica) emprendió la localización del susodicho lugar en el mapa de Puy-de-Döme en escala de 200.000 milésimos, tarea fastidiosa y sin esperanzas, este mapa mide un metro y diez centímetros de largo por cincuenta centímetros de ancho y comprende millares de nombres (es el Michelin nº 73). Después de haber buscado vanamente durante una hora o dos, de pronto tuvo una idea.: ¿la alineación “Bavic”, no pasará por Puy-de-Dóme? Si la observación era auténtica, había una buena posibilidad de que Le Vauriat se encontrara en esta alineación. Pues la maniobra descrita era la de una intersección de líneas. Situó sobre el mapa las coordenadas de “Bavic”) y recordó la narración de los testigos. Los cuatro objetos, se podía leer en “La Montaigne”, se pusieron entonces a describir una especie de ballet sobre la estación…”

¡La estación! ¡Había por lo tanto una vía de ferrocarril! Nuestro amigo puso el dedo en una extremidad de la línea y la siguió hasta que cortó una vía. En ese preciso punto, “Bavic” atravesaba un pequeño pueblo. Nuestro amigo se inclinò y leyó: Le Vauriat. Me llamó por teléfono, debo decirlo, le temblaba la voz.

LA ABJURACIÓN ESTÁ LISTA

Se comprenderá que el día en que nosotros sepamos tanto sobre las cronologías del fenómeno como ya sabemos sobre sus leyes espaciales, o si se prefiere, topográficas, la previsión se hará posible. Pero este resultado requiere un estudio minucioso y mucho trabajo Con ese objetivo cierto número de investigadores franceses –astrónomos profesionales, técnicos de la aeronáutica, físicos, ingenieros- han decidido hacia fines de 1962 organizarse en grupo de estudio. Respaldados por una experiencia clásica en la historia de las ciencias que exige que las nuevas investigaciones sean proseguidas al precio de los más graves riesgos profesionales, esos investigadores guardarán el anonimato. ¿De qué se trata en efecto? ¿De proclamar urbi et orbi que tal o tal sabio francés trabaja sobre los platos voladores, o de hacer progresar el conocimiento? Todos los trabajos efectuados en Francia sobre este tema maldito serán, por lo tanto, publicados sin nombre de autor y, si es necesario, dignamente recusados y abjurados. La fórmula de abjuración está lista: es la abjuración de Galileo.

De este modo, y estando sobreentendido que no existen, se acabará por saber, quizá qué son los platos voladores.

AIMÉ MICHEL.

 

 

GALILEO FRENTE A LA INQUISICIÓN

 

BIBLIOGRAFIA

1.- REVISTA PLANETA Nº 5 (Edit. SUDAMERICANA, Bs. As., Argentina, Junio de 1965)

2.- “LUEURS SUR LES SOUCOUPES VOLANTES”, MICHEL AIMÈ (Edit MAME, 1ª  EDICION, FRANCIA, 1954)

3.- “LOS MISTERIOSOS PLATILLOS VOLANTES”, MICHEL, AIMÈ (Edit. POMAIRE, 3ª EDICION, CHILE, 1962)

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